
Foto sacada de @estamossperdidoss
En Quito, hace algunos años, nació Estamos Perdidos, una banda que comenzó como una idea casual entre dos amigos: Andrés Bastidas y Nicolás Gómez. Ambos querían formar una banda y, poco a poco, fueron sumando a Juanki Pinto, Nicolás Cevallos y a la vocalista Ana Miranda (Pixie). Fue una coincidencia del destino que lograran reunirse, pero una vez juntos, no dejaron de avanzar. “Por obra y gracia del destino nos logramos juntar”, recuerda Nico.
Desde el principio, todo fue autogestión. Los primeros conciertos eran pequeños, tocadas para amigos en espacios modestos, pero llenos de emoción. Ensayaban sin parar, a veces más de tres veces por semana. “Habían semanas en las que nos veíamos un montón, ensayábamos y comíamos juntos”, comentan. En esos días, tenían menos responsabilidades y más tiempo libre, lo que les permitió construir unas bases firmes para la banda y dedicarle horas a su música. Actualmente, encontrar tiempo para estar juntos y ensayar es cada vez más complicado por las ocupaciones y los estudios de cada uno. Sin embargo, no han dejado de poner a la banda como su mayor prioridad.
«La esencia y el sabor de Estamos Perdidos es que nuestra música tiene literalmente un pedacito de cada uno de nosotros» -Pixie
El nombre de la banda surgió casi por accidente. Antes de su primera presentación como grupo completo, aún no tenían un nombre definitivo y en el chat del grupo alguien escribió “estamos perdidos” refiriéndose a la falta de ideas, y así quedó. “Nadie sabía qué decir, alguien lo puso y yo dije ese nombre, y se quedó”, cuenta Juanki. Aunque hubo otras opciones, como “Torino Tenorio”, «Los buenos tiempos» o “Turismo”, ninguna encajó como esa. “Imagínate llamarnos Turismo”, bromean, “por suerte quedó Estamos Perdidos”. Aunque a la gente mayor no siempre le gusta y puede que no le encuentren mucho sentido, este nombre ha conectado perfectamente con el público joven. “A los que le saben les parece el mejor nombre”, dice Nico con orgullo.
Con el tiempo, pasaron de los pequeños eventos a escenarios más grandes como en el Párame Bola, eventos importantes con más bandas nacionales e internacionales como abrir a Las Ligas Menores y este diciembre en el escenario del Quito Fest, que fue un sueño cumplido. Este año fue especialmente intenso para la banda, ya que estuvo lleno de viajes y conciertos. Salieron de Quito y llevaron su música a Guayaquil, Cuenca, Otavalo, Ambato y otras ciudades, lo que les ayudó a darse a conocer y conectar con públicos más amplios.
A pesar de sus logros, no ha sido fácil mantener el ritmo. Ahora, con estudios y trabajos, tienen menos tiempo para ensayar, pero aprovechan al máximo cada encuentro. “Los pocos ensayos que hemos tenido les hemos sacado full el jugo”, mencionan. La distancia también complica las cosas, como en el caso de Nicolás, el baterista , que vive en el valle, lejos de los demás integrantes de la banda. Esto los obliga a coordinarse cuidadosamente, sobre todo para llegar puntuales y no perder nada de tiempo. El trabajo en equipo ha sido clave para su crecimiento. Cada integrante aporta algo único a la banda, y su música refleja un poco de cada uno. “Nuestra música tiene literalmente un pedacito de cada uno”, explica Pixie, quien comenzó con influencias completamente distintas al punk, lo que terminó dándole un toque especial y más melodioso al sonido del grupo. “Creo que eso influyó en un muy buen sentido porque nos hizo sonar distintos a otras bandas dentro de los mismos géneros”, reconoce Nico.
“Siempre tuvimos el sueño de tener una banda que le vaya bien, y ahora que está funcionando, queremos cuidar esto como si fuera nuestra casa” -Nicolás G.
Ahora, se enfrentan a nuevos retos. A corto plazo, quieren enfocarse en componer y lanzar más música y planean tomarse un descanso de los conciertos. “Creo que después de este año todos terminamos full cansados”, comentan. A largo plazo, sueñan con llevar su música a otros países, seguir componiendo y consolidarse en la escena independiente ecuatoriana. Formar parte de la escena musical quiteña ha sido una experiencia emocionante, han conocido a artistas que admiraban desde el colegio y lo que más aprecian son los consejos que han recibido de ellos, “Es lindo poder conocer a los artistas que nos gustaban en el colegio”, dice Juanki. A pesar de eso, sienten la presión de no quedarse atrás y seguir demostrando que pueden ofrecer algo único. “Todavía estamos en un punto crítico, si no seguimos con la misma energía podemos estancarnos”, reconocen.
A pesar de las dificultades, están decididos a seguir creciendo. Confían en que con esfuerzo y dedicación pueden lograr cosas aún más grandes. Para ellos, Estamos Perdidos no es solo una banda; es un proyecto que cuidan más que como un equipo, como una familia y están seguros de que todavía tienen mucho por ofrecer, pues han llegado a llenar un vacío en la escena musical ecuatoriana.
Escúchalos aquí :
👍🏼✨
Muy buena historia!!!